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| Mordedura inesperada. |
Las mordeduras, tanto de animales como de humanos, son comportamientos que suelen estar vinculados al estrés, al instinto de defensa o a situaciones de confrontación. En circunstancias de extrema tensión, los seres humanos también pueden recurrir a este reflejo primario como recurso inmediato durante un enfrentamiento. Desde el punto de vista médico, las mordeduras no solo constituyen una lesión física o un eventual problema estético, sino que su mayor preocupación radica en el elevado riesgo de infección y complicaciones posteriores. Esto se explica porque la saliva, tanto en animales como en humanos, alberga una notable diversidad de microorganismos patógenos, incluidos virus, bacterias y hongos, capaces de colonizar la herida y generar desde infecciones locales dolorosas hasta cuadros sistémicos potencialmente graves si no se tratan de manera adecuada y oportuna.
"Un mordisco lírico que perfora el alma"
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| Último verso de Reto de Julio Flores Roa. |
Este verso final de Reto, del poeta colombiano Julio Flores Roa (1867-1923), encapsula perfectamente su estilo romántico, además de revelar la huella tardía de la influencia de Gustavo Adolfo Bécquer en su obra. Nacido en Chiquinquirá, Flores fue un hombre de espíritu bohemio y aventurero, cuyo destino lo llevó a vivir en Caracas, donde forjó parte de su identidad literaria. Posteriormente, fue honrado con el título de "ciudadano de honor" en México, un reconocimiento que subraya su importancia en la cultura latinoamericana. A lo largo de su vida, también desempeñó funciones diplomáticas en Madrid, donde se desempeñó como agregado en la Legación de Colombia en España, lo que reflejaba tanto su faceta intelectual como su compromiso con su país. En estos enlaces pueden disfrutar de una maravillosa musicalización del poema por Trova, Guajira y Punto (
Escuchar aquí), y otra versión interpretada por Carmelina Barberis, considerada una de las voces más representativas de la música guajira (me gusta más la primera el cantante despierta simpatía) (
Escuchar aquí).
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Portada del Primer Poemario.
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A lo largo de su prolífica carrera literaria, publicó un total de nueve libros, entre los cuales destacan dos que fueron editados en España: Fronda lírica (Madrid, 1908) y Gotas de ajenjo (Barcelona, 1909). Estas obras no solo son representativas de su estilo único, sino también de su profunda sensibilidad hacia las emociones humanas y los matices del espíritu. Pocos años antes de su muerte, durante su retiro en Usiacurí —un refugio de paz y reflexión— alcanzó el reconocimiento como poeta nacional, consolidando para siempre su legado en la poesía de su país.
La imagen que acompaña este texto muestra la portada de uno de sus libros más célebres, una joya literaria que reúne cinco poemas capaces de capturar la esencia de su arte: una poesía marcada por la intensidad emocional, la musicalidad de las palabras y su inagotable exploración de la complejidad del alma humana.
¡Cuidado! Las mordeduras humanas, a diferencia de las románticas o poéticas descritas en algunos poemas, suelen ser manifestaciones extremas de violencia. La dentición, ya sea humana o de cualquier animal con dientes, puede convertirse en una herramienta tanto de ataque como de defensa. Las lesiones causadas por mordeduras son comúnmente identificadas en situaciones graves, como asaltos sexuales, homicidios, abusos infantiles y casos de violencia doméstica, donde su impacto puede ser tanto físico como emocional, dejando secuelas duraderas.
Mordeduras humanas causadas por adultos.
Las mordeduras humanas pueden ocurrir en cualquier parte del cuerpo, y sus localizaciones varían según el contexto de la agresión. En las mujeres, durante las agresiones sexuales, las áreas más frecuentemente mordidas son los pechos y las piernas, donde las marcas pueden ser tanto físicas como psicológicas. En los hombres, las mordeduras suelen presentarse en los brazos y los hombros, especialmente durante riñas o peleas, reflejando la naturaleza violenta de estos conflictos.
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Foto de los dientes y la huella correspondiente de la mordedura humana. |
La mordedura humana se presenta como una lesión que generalmente describe un arco elíptico o semicírculo, en el cual se delinean los bordes incisivos de los dientes anteriores. En algunas ocasiones, también se pueden observar los dientes inferiores, lo que da lugar a dos arcos en forma de "U" separados en sus bases por espacios abiertos. En las mordeduras más lacerantes, como resultado de la ruptura de los vasos sanguíneos de menor calibre en la piel, puede aparecer una área central contusa y hemorrágica.
Dependiendo del tiempo transcurrido desde la mordedura, los efectos pueden incluir un edema intenso al inicio, seguido de cambios en la coloración de la piel (equimosis y hematomas) debido al proceso metabólico de destrucción de la hemoglobina liberada por la ruptura de los vasos sanguíneos. (La imagen ilustra una mordedura en la piel, mostrando la huella de los dientes del agresor en la parte superior y la impresión de la mordedura, lo que permite la identificación legal de la lesión. Los números en la columna corresponden a la identificación de los dientes y su huella particular).
Las lesiones causadas por las mordeduras pueden variar desde marcas superficiales hasta cortes y laceraciones profundas que atraviesan la piel y el tejido subcutáneo. Si transcurre mucho tiempo entre la lesión y la evaluación física, los cambios evolutivos pueden difuminarse, reduciendo los detalles diagnósticos y complicando la identificación de la evidencia médico-legal. Se ha documentado que las mordeduras humanas presentan un mayor potencial infeccioso que las de los animales, en especial por su asociación con la transmisión del VIH y la hepatitis viral.
Cualquier persona que haya sufrido una mordedura humana debe ser sometida a un seguimiento clínico riguroso para asegurar que no haya infección. En los casos positivos, se debe documentar que la infección es consecuencia directa de la mordedura mediante las pruebas médicas correspondientes realizadas antes y después del evento. Estos resultados deben ser utilizados como evidencia de daño adicional a la lesión física para respaldar una solicitud de indemnización por vía judicial.
Mordeduras infantiles.
Debido a su alta frecuencia, las mordeduras infantiles merecen una consideración especial.
Las mordeduras son comunes en niños, causadas tanto por otros niños como por perros y gatos. Muchos casos involucran a las mascotas del hogar y están vinculados a la imprudencia de los niños al molestarlas mientras comen o durante juegos bruscos.
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| Mordedura en el cachete de Yasmina |
Los mordiscos infantiles son frecuentes entre los 18 meses y los 4 años. A esta edad, los niños no tienen suficiente dominio del lenguaje para expresar sus emociones, por lo que recurren a comportamientos primarios como morder, lo cual genera una fuerte respuesta del entorno. A medida que desarrollan habilidades comunicativas y sociales, abandonan esta conducta.
Los dientes son una de las primeras “herramientas de defensa” que descubrimos en la vida. Sirven para expresar desagrado, reclamar atención o, simplemente, liberar tensiones. Los niños, cuando se sienten frustrados o enfadados, pueden recurrir a la mordida como si fueran pequeños tiburoncitos domésticos: para controlar la situación, marcar territorio o defender un juguete como si fuera un tesoro.
Por eso, las mordeduras son el pan de cada día en guarderías y escuelas infantiles. Quien diga que su hijo nunca mordió ni fue mordido… probablemente tiene muy mala memoria o una historia a medias. Como padre de tres hijas, sé de lo que hablo: todas fueron mordidas y todas, en algún momento, mordieron (no se salva nadie, ni los angelitos más tiernos).
Al final, morder es casi tan natural como balbucear o succionar el pezón materno. Está en nuestros instintos más básicos, aunque a veces duela más el orgullo que la piel. Por eso, se necesita paciencia tanto para el pequeño “tiburoncito” como para la pobre “víctima” del mordisco.
Las dos imágenes son de mi hija Yasmina. Han pasado más de 20 años y todavía me duele mirarlas, sobre todo la primera… porque, aunque el tiempo cura las heridas, hay mordiscos que dejan huella en la memoria de papá. Las mordeduras en niños suelen ser superficiales, menos dolorosas que las de los adultos, y rara vez se infectan o causan daño a los tejidos subyacentes. El tratamiento es local: basta con aplicar un fomento frío sobre la zona afectada de inmediato y, en casos graves, cubrir la herida con antisépticos. Los antibióticos no son necesarios, ya que el riesgo de infección es mínimo. Solo en casos excepcionales, como mordeduras profundas que penetran la piel o lesionan estructuras importantes, se procederá como en las mordeduras causadas por adultos, tal como se detalla en otro apartado. |
Ligera mordedura en la frente de mi hija Yasmina. |
La imagen muestra una mordedura en la frente que mi hija Yasmina recibió de un compañero en la guardería.
Se puede observar el edema inflamatorio y las huellas de los dientecitos del niño. Afortunadamente, la recuperación fue total, sin dejar ninguna secuela. Es justo señalar que Yasmina también era una excelente mordedora, lo que generó muchos comentarios sobre mi "dulce niña". Mientras escribo, recuerdo que estuvo a punto de morderme una madre enfurecida cuando, al quejarse de que Yasmina había mordido a su hijo, le comenté que esas situaciones son normales en los niños. Su respuesta fue agresiva: "Entonces, trae a tu perrita con bozal a la guardería, o como eres dentista, ¿por qué no le sacas los dientes?" Pacientemente, y educadamente le respondí: 
Mordeduras producidas por animales.
Las mordeduras de animales, debido a su alta frecuencia, gravedad y las diferencias sustanciales con las humanas, merecen un tratamiento aparte. Estas mordeduras presentan una gran diversidad morfológica, que varía según la especie del animal que las produce, así como el tamaño, fuerza y nivel de agresividad del mismo. La naturaleza de las lesiones puede variar considerablemente dependiendo de estos factores, lo que puede influir en la gravedad del daño y el tratamiento necesario.
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Mordedura de un perro en La Habana que deja el trazo de los colmillos marcados. |
La mayoría de las mordeduras son provocadas por animales domésticos cercanos a la víctima, ya sea la mascota propia o de alguien conocido. Los perros están involucrados en más del 80% de los accidentes de mordeduras, seguidos por los gatos, que representan entre el 5 y el 18% de los casos.
Una diferencia clave entre las mordeduras de perros y gatos radica en el riesgo de infección. Las mordeduras de gato tienen una tasa de infección superior al 50% de los casos, lo que las hace significativamente más peligrosas en términos de contagio. En comparación, las mordeduras de perro presentan una tasa de infección considerablemente menor, entre un 15% y un 20%. Esta variación se debe a las diferencias en la flora bacteriana de la boca de cada especie y en cómo estas bacterias afectan los tejidos humanos.
Además, es importante destacar el riesgo de rabia, especialmente en las mordeduras de perro, ya que estos animales son los principales vectores de esta enfermedad en muchas regiones. Ante una mordedura de perro, se deben tomar medidas inmediatas: lavar la herida con abundante agua y jabón, acudir rápidamente a un centro de salud para evaluar la necesidad de profilaxis antirrábica y administrar antibióticos si es necesario. Es fundamental identificar y observar al animal agresor para determinar si presenta signos de rabia, y en caso de sospecha, seguir los protocolos sanitarios vigentes para prevenir esta enfermedad potencialmente mortal.
En menor medida, se reportan mordeduras causadas por otros animales, como cerdos, caballos, animales exóticos y de la selva. Los estudios revelan que las zonas más afectadas por mordeduras son las extremidades (54-85%), con una ligera preferencia por las extremidades superiores. La cabeza y el cuello se ven involucrados en el 15-27% de los accidentes, mientras que el tronco solo en el 10%.
En las víctimas de menor tamaño, como los niños, la frecuencia de lesiones en la cara y el cuello aumenta considerablemente, lo que hace que estas mordeduras sean mucho más peligrosas. Estas pueden causar cicatrices y deformidades graves e irreversibles en áreas delicadas como la nariz, los ojos y los labios.
Mordeduras de serpientes ¿Qué hacer?
Las mordeduras de serpiente son un grave problema de salud pública en zonas rurales de Asia, África y América Latina. La OMS estima entre 4,5 y 5,4 millones de casos anuales, con hasta 2,7 millones de envenenamientos, 81.000–138.000 muertes y unas 400.000 secuelas permanentes. La incidencia es especialmente alta en Asia meridional (50–400 casos por 100.000 habitantes/año) y en regiones amazónicas, asociada a actividades agrícolas, pobreza y escaso acceso a antiveneno. La subnotificación y la falta de servicios médicos oportunos agravan su impacto epidemiológico.
Ante una mordedura de serpiente se debe mantener la calma, inmovilizar la extremidad afectada, retirar objetos ajustados, y trasladar al paciente de inmediato a un centro médico. No se deben aplicar torniquetes, cortes ni succión. El tratamiento definitivo es el antiveneno hospitalario.
Ahora comparto una historia que me tocó muy de cerca, tanto por la cercanía profesional como por haber estado en la misma escena. Y es que, para ser sincero, pudo haberme pasado a mí: minutos antes yo estaba sentado exactamente en el lugar donde apareció la cobra. Nada más cierto que el dicho mexicano: “Lo que es para ti, aunque te quites; y lo que no es para ti, aunque te pongas.” En ese momento entendí que la cobra tenía su agenda muy clara… ¡y por suerte yo no estaba en ella!
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Marcas de mordedura de la cobra en el pie de mi colega en Maputo. Mozambique. |
¡Increíble pero cierto! Esta foto inmortaliza la mordida que sufrió mi compañero, el Dr. Manuel Millar López, durante una intensa faena médica en Maputo, Mozambique. ¿La culpable? Una cobra estilo ninja (Naja mossambica), agazapada quién sabe cuánto tiempo bajo la camilla, justo en el lugar donde él examinaba a un paciente… esperando su gran debut. Y vaya debut: entre el susto, la adrenalina y los movimientos de película, no faltaron los gritos, las carreras improvisadas y algún que otro comentario sarcástico de Enrique para aligerar la tensión. ¡Definitivamente un momento que ninguno de nosotros olvidará, con humor, miedo y la cobra como protagonista inesperada!
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El Editor detrás y el Dr. Millar mordido por la Nanja mosssambica. |
La escena fue de película: yo con la cámara, él con la pierna en alto y todos corriendo en una coreografía improvisada. Le aplicamos el antídoto más por fe que por protocolo, y cuando Manuel siguió bromeando supimos que saldría adelante. Tras unos días de inflamación y algo de necrosis en la zona, se recuperó con medidas locales; por suerte, la cobra no le lanzó veneno a los ojos, como suele hacer la llamada Naja mossambica. Días después lo celebramos con ron, música y risas, como si el susto hubiera estado escrito en el guion
Lo mejor vino después: los enfermeros mozambiqueños —que además se encargaron de la cobra con eficacia digna de documental— bautizaron a Manuel como “Dr. Cobra”. El apodo se le pegó tanto que aún hoy en Cuba lo llaman así, como si fuera un título nobiliario.
Manuel, hermano… Dr. Cobra, si estás leyendo esto, no te enojes por ver tu pierna en modo “aventura extrema”. Te advertí que algún día la foto saldría a la luz, aunque no seguí tu brillante sugerencia de meterme la cámara justo ahí. Pero más allá de la broma, quiero decirte que fue un privilegio profundo compartir los días en Maputo contigo. Tu compromiso, tus valores médicos y, sobre todo, tu humanidad, dejaron una huella imborrable en todos los que tuvimos la suerte de estar a tu lado. Gracias por enseñarnos que la excelencia profesional y la generosidad humana pueden ir siempre de la mano.
Tratamiento de las mordeduras.
En cualquier mordedura, ya sea humana o animal, lo primero es detener el sangrado aplicando compresión con una compresa, algodón o tela durante algunos minutos. Se debe examinar cuidadosamente la herida para detectar lesiones en ligamentos, articulaciones o huesos. En la cara, el daño puede ser más grave, afectando los ojos, labios o nariz, lo que puede requerir suturas y desbridamiento profesional, por lo que es necesario acudir al hospital.
La mayoría de las mordeduras pueden ser tratadas en casa con limpieza adecuada con agua y jabón, aunque en algunos casos puede ser necesario un tratamiento hospitalario. No se deben usar soluciones alcohólicas o yodadas, ya que no reducen la contaminación bacteriana y aumentan la irritación.
Las heridas que no requieren hospitalización son aquellas sin signos de infección sistémica, pero es necesario acudir a atención médica si hay celulitis, complicaciones articulares, o si no responden a antibióticos. Algunos estudios sugieren el uso de dicloxacilina para mordeduras de perros y penicilina o amoxicilina para mordeduras de gatos.
Es fundamental investigar la infectividad del agresor, ya sea humano o animal, para evaluar los riesgos de transmisión de infecciones virales como herpes, VIH, hepatitis, etc. En mordeduras de animales, se debe considerar el riesgo de rabia, con una tasa de mortalidad cercana al 100%. Si el animal no está vacunado, se debe observar durante 10 días. También se debe considerar el riesgo de tétanos, especialmente si el esquema de vacunación está incompleto o desactualizado.
El tipo de herida depende de la especie y tamaño del animal. Los perros grandes pueden ejercer más de 450 psi de fuerza, causando heridas severas con fracturas y laceraciones. Estas heridas tienen un riesgo de infección cercano al 40%. Los gatos, con dientes más finos y afilados, producen principalmente heridas puntiformes, que aunque no desfigurantes, presentan un alto riesgo de infección debido a su difícil irrigación.
Las mordeduras pueden ser objeto de actuaciones médico-legales para determinar la responsabilidad civil y penal del agresor. Siempre es recomendable solicitar un peritaje forense para documentar el daño y exigir responsabilidad.
La mordedura humana como evidencia en procedimientos médico-legales.
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| Mordida "humana". |
La mordedura humana actúa como una “tarjeta de presentación” del agresor, dejando rastros únicos que ayudan a su identificación. En ella permanecen las características específicas de sus huellas dentales, así como restos de saliva que permiten el análisis de ADN. La recolección, registro y análisis de las huellas dentales, junto con la toma de muestras de saliva de la superficie mordida, son esenciales en la labor forense para determinar las evidencias.El profesional sanitario o judicial que interviene en el caso debe centrarse en estas dos áreas: primero, el análisis de las huellas dentales; y segundo, la obtención de muestras de saliva. Si bien el análisis de ADN es altamente específico, no siempre es posible recolectar saliva, por lo que la identificación del agresor recae en las características de la huella dejada al morder.
Las marcas dentales sobre la piel son una prueba fundamental para identificar al agresor. Por ello, es crucial documentar con precisión las características dentales que puedan permitir a los tribunales llegar a conclusiones definitivas.
Es esencial recordar que el objetivo del examen es obtener evidencia útil y verificable para la actuación legal. La documentación debe ser rigurosa y detallada, incluyendo la descripción de cualquier elemento, por más insignificante que parezca, ya que podría resultar importante posteriormente. Las fotografías de alta calidad juegan un papel crucial en el registro de los datos; se deben tomar suficientes imágenes para asegurar que todos los detalles relevantes queden documentados, con especial énfasis en los primeros planos.