Golpes en dientes temporales: qué hacer
Si estás consultando esta página es porque un niño ha recibido un golpe en los dientes de leche. Llévalo de inmediato al dentista para que evalúe la situación y realice los procedimientos profesionales necesarios. Luego regresa y continúa leyendo, hazlo con calma, aquí encontrarás la respuesta a todo lo que te preocupa. Esta historia la cuenta un padre dentista; hay algo de profesión, pero también mucha emoción que quiero compartir contigo. Es una historia completamente real, sin modificaciones, todo ocurrió tal como se relata. El dibujo de la izquierda fue realizado por la protagonista principal de la historia.
 |
Perdida de dientes, |
La idea de que los dientes de leche son prescindibles porque serán reemplazados es errónea. Son fundamentales para masticar, para la estética y para una correcta pronunciación. Esto lleva a preguntarse cuán decisivos son en el desarrollo infantil y de la personalidad. Aunque no hay una respuesta absoluta, el sentido común indica que es esencial cuidarlos y no verlos como descartables.
Dedico este artículo a mi hija Yasmina. A los cuatro años, perdió un diente de leche y, poco después, cuando la tormenta del diente temporal había pasado, se fracturó el diente permanente que tanto esperábamos. Hoy, camino al colegio, me dio su permiso para compartir sus fotos en la web, con la intención de ayudar a otros a no preocuparse tanto. La secuencia de imágenes documenta su historia, y esperamos que sirva para que los familiares de quienes atraviesen situaciones similares puedan afrontarlas con una “normalidad relativa” (noviembre de 2004).
Compartimos esta historia para tranquilizar a las familias que se asustan (como todos lo hacemos) cuando un niño se golpea un diente. Aunque impresiona mucho en el momento, casi siempre tiene solución. Y contarlo ayuda a divulgar que no es una tragedia, sino parte de las aventuras de crecer.
Dientes temporales y golpes de la infancia: cómo reconocer y tratar el trauma dental.Aprender a caminar es uno de los momentos más tiernos, hermosos y complejos del desarrollo infantil. Desde que un niño empieza a ponerse de pie, enfrenta tropiezos y traumatismos: el precio de descubrir el mundo. Entre los más comunes están los golpes en los dientes superiores, que sobresalen 3 o 4 mm sobre los inferiores, más protegidos detrás. Por eso no es raro ver dientes de leche oscurecidos. Se estima que cerca del 30 % de los niños sufre algún traumatismo en los incisivos superiores.
En la etapa de los primeros pasos, los dientes de leche ya están presentes, listos para cautivar a los padres… y recibir los primeros golpes contra cunas, mesas, juguetes y demás. Más adelante, en la escuela, continúan las caídas, choques con compañeros, cabezazos y hasta lápices entre los dientes. Frente a todo esto, la única defensa de esa frágil criatura es la flexibilidad de huesos poco calcificados que, como ramas verdes, ceden sin quebrarse. Sin embargo, un golpe contra un mueble está lejos de ser una brisa suave, y la adaptación de la pequeña boca resulta mucho más compleja que la de una rama.
Qué pasa con los dientes ante "pequeños traumatismos"
La mayoría de los traumatismos dentales se resuelven con una ligera movilidad del diente en su alvéolo, sin que se produzcan fracturas ni desplazamientos significativos. Lo más frecuente es que la pieza dental se afloje y recupere su posición estable al cabo de unos días. No obstante, en algunos casos, el traumatismo puede causar lesiones más graves, ya sea en el propio diente o, incluso, en el hueso de soporte. Estas lesiones pueden ser consecuencia de un impacto directo sobre la pieza o de la colisión violenta de la mandíbula contra el maxilar.
Mientras que los traumatismos leves suelen ocasionar pequeños desplazamientos sin mayores consecuencias clínicas, los casos más severos pueden derivar en un aflojamiento considerable o en una luxación.
 |
Incisivo permanente con deformidad coronaria tras intrusión del temporal. |
La evolución del caso confirmó el diagnóstico: el diente central temporal permanente afectado reapareció parcialmente semanas después, pero el diente permanente correspondiente sufrió un daño irreversible en la corona clínica. Esta secuela subraya por qué, ante cualquier movilidad anormal, el diagnóstico profesional inmediato es esencial para manejar correctamente condiciones tan particulares como esta.
La paciente de la fotografía sufrió un traumatismo contundente en la región oral tras caer de la bicicleta y golpearse contra el borde de la acera. Requirió un tratamiento prolongado que incluyó intervenciones quirúrgicas, ortodóncicas y protésicas a lo largo de varios meses. En el caso concreto del incisivo central, la imagen muestra el daño en la corona del incisivo permanente producido como resultado del trauma directo de la raíz del diente temporal contra el folículo dentario.
Varios dientes temporales resultaron afectados, y el incisivo central superior derecho temporal se intruyó completamente (intrusión alveolar). Aunque los dientes erupcionaron posteriormente, presentaron complicaciones sépticas que requirieron su extracción. La intrusión del temporal afectó el folículo del incisivo permanente, provocando malformación del esmalte en la corona, un fenómeno histórico conocido como “diente de Capdepont”, que describe cómo un trauma en el temporal altera la estructura del diente sustituto.
Finalmente, gracias a la colocación de implantes dentales y a una funda de circonio en el incisivo, fue posible restaurar tanto la funcionalidad como la estética de la dentadura, logrando un resultado satisfactorio.
El tratamiento también varía según se trate de dientes de leche o permanentes. Un diente definitivo sin vitalidad requiere endodoncia o, en casos extremos, reimplante si fue expulsado. En los temporales, en cambio, rara vez se hace endodoncia: se limpia la cámara pulpar y parte del conducto, colocando un material reabsorbible. Si un diente de leche se desalojó, a diferencia de los permanentes, nunca debe reinsertarse, ya que podría dañar el folículo del permanente en desarrollo.
¿Qué hacer ante un traumatismo en un diente de leche?
Generalmente, dos o tres semanas después de un traumatismo, el diente puede oscurecerse, es decir, adquirir un tono más oscuro. Si el diente se vuelve completamente negro, esto indica que la pulpa ha muerto. Sin embargo, el cambio de color no siempre refleja la magnitud del golpe ni constituye un indicador exacto de la gravedad de la lesión. Semanas después del trauma, pueden observarse cambios de color leves, e incluso signos de recuperación, sin que necesariamente aparezcan complicaciones adicionales.
 |
Incisivo lateral temporal con signos de pulpa muerta (necrótica). |
Los dientes de leche tienen un amplio foramen apical, por donde ingresan los vasos sanguíneos. Estos vasos no siempre se rompen por completo cuando la raíz se mueve durante el traumatismo, lo que permite la recuperación en muchos casos. El oscurecimiento del diente indica que el suministro sanguíneo a la pulpa dental está afectado y que han ocurrido microhemorragias dentro de la cámara pulpar. Cuando los vasos sanguíneos se rompen, liberan hemoglobina, lo que provoca los cambios de color. No necesariamente esto significa que la pulpa haya muerto, a diferencia de los dientes permanentes, donde el cambio de color siempre indica necrosis pulpar y la necesidad de una endodoncia. En el caso de la imagen el diente está muerto y al final fue necesaria su extracción. Más abajo les cuento toda la historia Yasmina.
Si se presentan episodios sépticos con inflamación y dolor, el diente debe ser extraído, tanto para evitar infecciones recurrentes como para preservar la salud del folículo del diente permanente que está debajo del diente temporal. Cuando no ocurren nuevos traumatismos, los dientes de leche suelen recuperarse después de varias semanas, regresando a su color original. Se forma una especie de cicatriz en el interior del diente. Si esto ocurre, significa que el diente va bien. Sin embargo, a veces el diente permanece oscuro. ¿Qué hacer? Si el diente se ha oscurecido pero no presenta otros signos de infección o lesión, solo se debe realizar observación. A menudo, el diente temporal se reemplaza por el permanente sin necesidad de extracción.
En algunos casos, el diente puede desarrollar abscesos recurrentes debido a la gangrena de la pulpa muerta. Las células defensivas inflamatorias no pueden acceder a una pulpa sin vasos sanguíneos. En estos casos, la extracción es necesaria, ya que los episodios de infección aguda pueden generar el riesgo de embolias sépticas, que podrían alojar bacterias en las válvulas cardíacas o dañar el diente permanente que está debajo del diente de leche.
En el caso de fracturas de la corona, si la lesión es mínima y solo se ha desprendido un pequeño fragmento, generalmente del borde incisal, lo indicado es suavizar las aristas y pulir las irregularidades del esmalte.
Cuando la fractura es restaurable y la edad del niño lo permite, se pueden realizar reconstrucciones con resinas estéticas para restaurar los bordes o las superficies dañadas.
Si la fractura involucra una gran área de la corona, es fundamental considerar que, si la pulpa dental ha resultado afectada, los procedimientos restaurativos podrían complicar la situación en lugar de solucionarla.
Dos consejos sobre traumatismos en dientes temporales y permanetes, de un dentista que lleva 55 años con las manos más tiempo en bocas ajenas que en su propio bolsillo.
- Lo primero que deben recordar es que los traumatismos no siempre son hechos aislados: pueden repetirse y convertirse en microgolpes constantes que ponen en jaque la permanencia de un diente previamente dañado. Un impacto único suele tolerarse bien, pero la reiteración —ese “martilleo” continuo sobre el mismo diente, como se ve en el caso de mi hija más abajo— es lo que con frecuencia termina por condenarlo.
- El segundo consejo: no hay que precipitarse en restaurar el fragmento coronario perdido. Conviene esperar entre cuatro y seis semanas después del trauma. Ya sé que las ganas de ver la corona perfecta aparecen de inmediato, pero intervenir demasiado pronto solo añade estrés a la pulpa, que en ese momento está luchando por recuperarse. Paciencia: respiren hondo, controlen la ansiedad y recuerden que los dientes no tienen botón de “arreglarse ya”. Forzar la situación solo irrita a la pulpa y abre la puerta a cambios irreversibles. Ojo también con los profesionales apresurados: las restauraciones quedan preciosas y a todos nos encanta hacerlas, pero si se hacen antes de tiempo, pueden costarle al diente su futuro.
Ya he comunicado la mala noticia, ahora es el turno de la buena.
La pérdida prematura de los dientes de leche anteriores rara vez causa maloclusión o altera el desarrollo de los maxilares, por lo que no se requieren mantenedores de espacio. En cambio, la pérdida temprana de un premolar primario sí es preocupante, pues se recomienda usar mantenedores para evitar problemas de oclusión. Estos premolares (bicúspides) suelen perderse por caries, prevenibles con hábitos adecuados: menos dulces, buena higiene y aplicación de fluoruros.
El uso prolongado del chupete más allá de los primeros meses puede dañar más el desarrollo maxilar y la oclusión que la pérdida de incisivos temporales. A diferencia de los golpes, este factor y la dieta sí están bajo control de los padres, quienes pueden prevenir problemas limitando el chupete y los dulces pegajosos.
Cuando se pierden varios incisivos temporales y la estética es una preocupación, se pueden considerar prótesis, aunque con cautela. Los niños pequeños suelen rechazarlas, y en algunos casos resultan más traumáticas que la propia ausencia dental. Además, existe el riesgo de aspiración del aparato y de lesiones causadas por los retenedores de alambre.
Una complicación frecuente de la pérdida temprana de incisivos temporales es el retraso en la erupción de los permanentes, lo que inquieta a las familias. Si el dentista confirma que el diente ya superó el hueso, puede realizar una operculectomía: abrir un pequeño “ojal” en la encía para eliminar el tejido fibroso formado tras la cicatrización. En mi experiencia, basta una incisión mínima para activar los mecanismos de erupción; en tres o cuatro semanas el diente comienza a asomar, devolviendo la tranquilidad a los padres, mientras los niños siguen sonriendo sin preocuparse por la falta de dientes ahora en la historia que sigue les comento este procedimiento en detalles.
LA HISTORIA DE YASMINA
Primer golpe.
Dejo a mi hija en el colegio, llena de emoción por empezar segundo de preescolar, ya es casi mayor. Todo reluciente, incluso sus dientes. A la hora de recogerla, Yasmina no aparece algo ocurre.
Entonces sucede lo inolvidable. Doña Carlota, su adorable y querida maestra —a quien aún saludo con gratitud y admiración cada vez que la encuentro en el supermercado, después de 30 años de magisterio— me dice con calma:
 |
Imagen de los dientes de Yasmina dos días después del trauma. |
"No te asustes, papá. La niña se golpeó la boca con la cabeza de Moisés." Conociendo al compañero, no hay duda de que el golpe fue contundente. Doña Carlota me da indicaciones precisas sobre cómo actuar ante un traumatismo dental, las cuales agradezco y absorbo con paciencia. Por muy dentista que sea, siempre hay algo nuevo que aprender de una maestra con tanta experiencia con niños.
Sabiendo de antemano la respuesta, pregunto por el estado del compañero: "¡Está como si nada!"
Al conocer los detalles del incidente, siento un profundo orgullo por mi hija. Recibió el cabezazo mientras intentaba mediar en una riña, actuando como pacificadora. ¡Enhorabuena! Demuestra los mismos principios que su padre, rechazando cualquier tipo de violencia, aunque eso le haya costado un diente —menos que a su padre, que le costó convertirse en emigrante político.
 |
La saeta apunta al incisivo lateral que muestra un ligero cambio de posición. |
Como cualquier padre, miro con preocupación su labio hinchado, pero pronto recuerdo que en la boca también están los dientes. No sé si actuar como padre o como dentista. La siento en la acera y reviso su boca: los incisivos centrales tienen algo de movilidad, pero no hay más daños. Decido ser discreto, cuidando tanto sus dientes como su psicología. Nada que pueda generar miedos o traumas en el colegio. Tres semanas después, los dientes están más firmes. Cuatro meses más tarde, casi han recuperado su tono normal, aunque el diente muestra un ligero giro de su eje vertical. De momento, optimismo; dejo las consideraciones clínicas profesionales sobre posible muerte pulpar para otro momento. ¡Qué alivio!
Segundo golpe.
Queda poco para terminar el semestre, y disfruto viendo la salida de los niños del colegio. Me encantan esas caritas sonrientes que corren hacia los familiares y saludan con alegría cuando los van a recoger.
 |
El diente está cambiando de color, se mueve y se está desplazando. |
No viene Yas, y la portera se acerca con un tono de voz que no me gusta: "La señorita de Yasmina quiere hablar contigo". Por experiencia, sé que este mensaje suele ser premonitorio de algo malo (tengo tres hijas, y los varones como no tengo nunca me han dado problemas). Al entrar al aula, veo a Yasmina sentada en su mesita, con los ojos llorosos. Se ha vuelto a golpear el mismo diente con el borde de la mesita. Unas semanas después la situación clínica es evidente. El diente a perdido la vitalidad pulpar y esto significa diente perdido. La imagen muestra los cambios en el incisivo central temporal: se ve grisáceo, desplazado hacia el labio e inclinado y con una movilidad preocupante. Seis meses después, no queda más opción que extraerle el diente.
 |
Se ha formado la cicatriz que impide en el brote del incisivo permanente. |
Tiene cuatro años, y aún deben pasar dos para que comience el brote de los dientes permanentes. Al perderse el temporal cicatrizo la encia y la zona la cubre un fibromucosa gruesa que no permite la erupción. Durante meses, vigilo de cerca cómo se forman dos bultitos debajo de la encía. Cuando ya es evidente que los dientes han superado el límite óseo y el borde incisal está justo debajo de la mucosa, casi transparente, decido realizar una incisión en la encía para facilitar su salida (operculectomía).
La operculectomía es una cirugía menor en odontología que consiste en remover el opérculo, el tejido de encía que cubre un diente que está intentando erupcionar. El procedimiento se realiza con anestesia local, por lo que es rápido e indoloro.
 |
Una semana después de la intervención se observa el diente permanente. |
Se recomienda este procedimiento cuando el tejido que recubre el diente impide que éste erupcione correctamente, algo que puede ocurrir, por ejemplo, después de la pérdida temprana de un diente de leche. Al eliminar el opérculo que lo cubre, se libera el camino para que el diente permanente pueda salir de manera natural y sin obstáculos.
Frecuentemente, la intervención es muy conservadora y mínimamente invasiva. Basta con una pequeña incisión, ya que al abrir una especie de "ventana" de acceso no solo se libera el diente, sino que también se permite que bacterias de la microbiota oral entren en el área, lo que actúa como un estímulo biológico que favorece el proceso de erupción. Este procedimiento ayuda a que el diente avance correctamente y contribuye a que la encía se adapte de manera natural alrededor del mismo, promoviendo la salud oral general y minimizando posibles molestias.
 |
Erupción parcial del incisivo seis semanas después de la operculectomia. |
En la fotografía se puede observar con claridad la erupción parcial del incisivo seis semanas después de haber realizado la ventana quirúrgica en la encía. Se aprecia cómo el diente ha avanzado progresivamente hacia su posición correcta dentro del arco dental, mientras que la encía circundante se va adaptando de forma natural, mostrando un tejido saludable y sin signos de inflamación. Este seguimiento visual permite evaluar la eficacia del procedimiento, verificar que no haya complicaciones y asegurar que la erupción continúe de manera adecuada. Además, ayuda al profesional a planificar cualquier intervención adicional necesaria para que el diente alcance su posición definitiva de forma óptima.
En la foto se puede ver la erupción parcial del incisivo, seis semanas después de realizar la ventana quirúrgica en la encía.
El tiempo siguió su curso y nos llevó hasta el parque del Alamillo. Sevillanos al fin y al cabo, solemos venir a menudo a dejarnos envolver por su naturaleza y su belleza. Yas, orgullosa, exhibía sus habilidades sobre los patines frente a su hermana pequeña, Salma —otra patinadora prodigiosa que a pesar de lo que vez en el video nunca se rompe nada (ver aquí el vídeo de Salma patinando en el Alamillo)—.
De pronto, un choque inesperado con otro niño. ¡Zas! Sangre en la boca. Un frío punzante me recorre la espalda mientras corro hacia ella. Al acercarme, descubro que la herida es un corte en el labio provocado por un diente. Con tristeza confirme lo temido: el borde incisal de su incisivo central permanente, ese que habíamos esperado con tanta ilusión, se ha fracturado.
 |
Dientes de Yasmina 15 años después. Se nota poco la reconstrucción del borde. |
La imagen muestra el diente ya reconstruido con un composite estético. Y así se cumple la profecía familiar: en nuestra casa, los dientes siempre vienen con garantía de por vida… cortesía de Papá, que por alguna cruel ironía decidió ser dentista.
Cuando era niño me partí un incisivo en una caída de bicicleta. Mi madre, angustiada, quiso prohibirme volver a montarla. Pero mi abuela, con la calma de los años y su acento del oriente cubano, dijo: “Más vale perder un diente que la niñez”. Me guiñó un ojo a escondidas… y yo seguí pedaleando.
Hoy, como odontólogo, muestro aquel diente partido a quienes llegan de golpe al club de los fracturas dentales, para recordarles que todo se puede recomponer es cuestión de composite y una buena mano profesional.
De regreso a casa, miro por el retrovisor el labio inflamado de Yas y su camiseta manchada de sangre.
—Digo como si nada—: Tendremos que cambiar los patines; las ruedas delanteras ya están gastadas.
—Papi… ¿y mi diente? —me responde con voz triste.
—No te preocupes, lo resolveremos —le digo—. Verás lo bonito que queda. Hay composites fantásticos; ya verás que ni siquiera notarás que estaba fracturado.
La foto que muestro es de los dientes de Yasmina, 15 años después de aquella épica historia. Por suerte, ya perdió la afición por los golpes dentales… pero no se confíen: ahora colecciona fracturas de huesos como si fueran trofeos de guerra. Ya lleva tres, y cada una con su propia anécdota digna de serie de aventuras.
Mi esperanza es que su traumatólogo abra una web exclusiva para documentar sus hazañas óseas, complete con gráficos, fotos y hasta un ranking de “mayor dramatismo por fractura”. Porque si alguien va a enseñar al mundo cómo sobrevivir a un hobby tan extremo, esa será Yasmina, la influencer oficial de dientes golpeados y huesos rotos.
Colorín, colorao, este cuento ya está acabao”, y en tu caso, ¡ojalá que ni siquiera haya empezao!